
Inmaculada Díaz Miguel, conocida con cariño por su entorno como Macu, fue durante muchos años profesora de Educación Plástica y Visual en el Instituto de Enseñanza Secundaria (IES) San Isidro, ubicado en Talavera de la Reina (Toledo).
Su vínculo con este centro educativo comenzó en 2008 y se consolidó a lo largo de los años no solo como docente, sino también como parte del equipo directivo.
Además de su compromiso con la enseñanza, Macu fue una destacada artista plástica, cuya sensibilidad y vocación transformadora marcaron una profunda huella en la comunidad educativa.

Residente desde hace varios años en la localidad de Pepino, su vida también estuvo muy ligada a otras zonas de la comarca, como Cervera y, por supuesto, Talavera.
¿De qué murió Inmaculada Díaz Miguel?
Según ha trascendido, la profesora y artista falleció tras una larga enfermedad que afrontó con admirable fortaleza. Se trataba de cáncer, un diagnóstico que recibió hace algún tiempo y que transformó su cotidianidad, pero no su espíritu creativo ni su compromiso con el arte y la vida.
Incluso durante los meses más difíciles, Macu continuó trabajando, pintando y creando. El arte se convirtió en su refugio y en la herramienta con la que plasmó su dolor, su proceso interior y la cercanía de la muerte.
Así lo reflejó en su última exposición pictórica, presentada en noviembre de 2024 en Talavera de la Reina, titulada “La Soledad de la Muerte”. Esta muestra, marcada por la crudeza y la valentía, conmovió profundamente a quienes la conocieron.
¿Cómo era Inmaculada Díaz en su faceta docente y humana?
Quienes la trataron la recuerdan como una mujer original, tenaz, cercana y profundamente humana. Si bien fue discreta en lo profesional, su pasión por la educación y el arte fue evidente desde el primer momento.
Enseñaba a sus alumnos a través de los pinceles y el color, pero también mediante un enfoque educativo combativo, creativo y liberador.
Fue una docente innovadora, amante del bilingüismo, defensora de la libertad individual y colectiva, y entusiasta de los programas Erasmus, con los que viajó a diversos países europeos. Macu no solo promovía el aprendizaje del arte, sino que lo utilizaba como medio para que los jóvenes exploraran su voz, sus emociones y sus ideas.
Durante su paso por el IES San Isidro, impulsó proyectos que llenaron de color las paredes del centro, transformando pasillos en espacios de expresión, comunicación y reflexión. Sus mensajes eran siempre positivos, claros y profundamente humanos.
Aunque no se sentía cómoda con la etiqueta de “pintora”, sí se reconocía como artista y dibujante. Su obra fue siempre una extensión de su mundo interior, y en los últimos años, una forma de canalizar la angustia, el miedo y la esperanza que conlleva convivir con una enfermedad terminal.
Leave a Reply